El cuerpo del vino es una de esas características que todo wine lover tiende a describir o intentar detectar en una cata, una degustación o simplemente a la hora de decir algo sobre el mismo.
Parece, y es, sencillo describirlo pero detrás de la sensación general que se aprecia en boca cuando disfrutamos de un vino se esconden multitud de aspectos que realmente le dan sentido a la terminología o el tecnicismo vinícola.
Antes de entrar de lleno en lo que podíamos decir que es una definición general pero acertada de lo que es el cuerpo del vino, debemos destacar que el cuerpo del vino es un parámetro que todos los profesionales del sector tienen muy en cuenta para valorarlo.
El cuerpo del vino es un parámetro que mide la densidad y la consistencia del vino que estamos catando o degustando.
Realmente no es complicado apreciarlo si somos capaces de concentrarnos en las sensaciones que nos produce en boca. Es más, con un poco de práctica deberíamos ser capaces de intuirlo en la fase visual.
Apreciar el cuerpo del vino en una cata
El cuerpo del vino debe ser interpretado correctamente y por ello nos gustaría dejarte algunas claves y aspectos que debes tener en cuenta:
Un vino con mucho cuerpo llena la boca hasta el punto que puedes intuir la sensación de poder masticarlo. Estos vinos también suelen llamarlos vinos de copa lenta.
El cuerpo de los vinos podemos distinguirlos generalmente en fase visual (la transparencia brilla por su ausencia en los que tienen mucho cuerpo).
Algunas de las expresiones más utilizadas para hablar del cuerpo del vino: buen cuerpo, mucho cuerpo, cuerpo ligero, cuerpo medio…
No existe un cuerpo bueno o malo estándar. El cuerpo del vino debe ir acorde a lo que el vino quiere expresar. Así, algunos enólogos buscan en la elaboración vinos con cuerpo que mariden a la perfección con algunas carnes, otros pueden preferir expresar el carácter del terruño con vinos de cuerpo ligero porque la gastronomía de la zona hace que el vino tenga mejor aceptación… Cuestión de gustos pero nunca debemos estandarizar el cuerpo de los vinos atendiendo a si el cuerpo es bueno por tener mucho o poco.
En relación a lo anterior, y debido a la evolución que existe en el mundo del vino, tampoco debemos estandarizar el cuerpo con las zonas vinícolas. Hace años había zonas en la que los vinos tenían mucho cuerpo (pongamos como ejemplo Cariñena o Toro). Esto hoy en día nos puede llevar a cometer errores porque ya no es un patrón a seguir.
A la hora de valorarlo debemos tener en cuenta que en un vino que ha tenido madera en su fermentación o su crianza, la densidad o el cuerpo será mayor por lo que la valoración debe estar en concordancia. Comparar el cuerpo de un vino joven y un crianza (sea vino blanco o tinto) no tiene demasiado sentido. Simplemente son diferentes.
Cuidado con las tendencias y modas. Antes era común que los reservas tuvieran un cuerpo descomunal y en muchas ocasiones se hacían imbebibles sin un buen acompañamiento. Las modas cambian y no nos debería sorprender disfrutar de un crianza con una densidad o un cuerpo ligero.
El maridaje puede llegar a influir en la percepción del cuerpo del vino. Si estamos en una cata sin maridaje la percepción suele ser muy fiel. Sin embargo, los alimentos pueden a llegar a cambiar las sensaciones relacionadas con la valoración del cuerpo.
Por lo general los vinos con mucho cuerpo marcan la experiencia (para bien o para mal). Son inconfundibles.
Algunos wine lovers confunden un vino equilibrado con un buen cuerpo del vino. Es cierto que un vino equilibrado tiene que tener un cuerpo en armonía pero el hecho de tener un buen cuerpo no significa que el vino sea equilibrado ya que dejaríamos atrás otros muchos aspectos organolépticos que lo determinan.
winetoyou
0 comentarios