Los vinos rosados tienen distintas tonalidades, no existe un solo color para el rosé. Todo depende del tiempo que el hollejo de la uva haya estado en contacto con el mosto. En los tintos la piel y la pulpa de la uva se mantienen en contacto con el jugo varios días. Sin embargo, en los vinos rosados, se retiran muy rápidamente, tras sólo unas horas, las suficientes para que los antocianos (pigmentos contenidos en el hollejo) den su leve pincelada de color al vino resultante. También el color del vino rosado dependerá de la variedad de uva utilizada para su elaboración (Garnacha, Syrah, Pinot Noir, Cariñena, Tempranillo, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon, Merlot o Cinsault, por ejemplo).
Podemos establecer una diferenciación entre cinco tipos de rosados, en función de la intensidad de su color: piel de cebolla, rosa claro, salmón, rosa franco y rosa frambuesa.
Sea cual sea la tonalidad del rosado elegido, cualquier ocasión es ideal para dejarse atrapar por el frescor, los aromas frutales y florales, la suavidad, la elegancia y el equilibrio de un buen rosé.
Los 5 colores básicos que debes conocer para entender el vino
Si reconoces estos cinco colores en el vino, sabrás si es joven, maduro, está en su momento óptimo, en mal estado o muerto.
Mediante la vista podemos percibir el estado (líquido, gaseoso), el aspecto (limpidez, fluidez) y el color o tonalidades del vino.
Centrándonos en este último aspecto, el color nos da información sobre su edad y estado, y el matiz o tonalidad reflejan su grado de evolución, es decir, su buen envejecimiento en el tiempo.
Para examinarlo, debemos llenar la copa aproximadamente hasta un tercio e inclinarla 45 grados sobre una superficie blanca para apreciar mejor los colores; estando en esa posición podemos encontrar cinco variedades de colores básicos:
EN LOS TINTOS
Púrpura con reflejos violáceos: característica propia del vino joven o inmaduro.
Granate o rubí: indica cierto desarrollo del vino; responde a un producto de 2 o 3 años.
Caoba: muestra gran presencia de taninos, sustancias del hollejo (piel) de la uva, que le dan estructura y color al vino. Corresponde a un producto de edad considerable o quizá muy oxidado (en contacto con el oxígeno).
Rojo: denota que el vino está en la curva de su mejor nivel, es decir, en excelentes condiciones para probarlo.
Teja: indica evolución, vino viejo o declive (si el color teja tiende a decolorarse). El color teja es una tonalidad característica positiva en los vinos de larga guarda.
EN LOS BLANCOS
Amarillo-verdoso: matiz de un vino muy joven.
Amarillo paja: La tonalidad típica del vino blanco, en especial el seco (no dulces). También indica juventud o inmadurez.
Amarillo dorado: color frecuente en las variedades dulces. También es el color de los blancos secos evolucionados.
Oro: el tono de los vinos muy dulces o de considerable evolución en botella en los no dulces (secos).
Ocre: presente en algunos vinos maderizados (oxidados) o con mucha evolución, puede indicar vino blanco en declive o muerte.
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