Economía feminista no empieza acá ni con este libro. Es un proyecto que nace en el 2015 como un espacio donde hablar sobre economía con perspectiva de género. Es, además, el trabajo en conjunto de un grupo de mujeres que reaccionaron ante el vacío que le hacía la teoría económica a la desigualdad de género. Es una corriente poco conocida y reavivada. Y es, ahora así, el primer libro de Mercedes D’Alessandro, publicado el diciembre pasado por Sudamericana.
Googleo “economía feminista” y uno de los primeros resultados que aparece es la página oficial o blog Economía Femini(s)ta. “Las ecofeminsitas entendemos que, ya que la información es clave para empoderar la sociedad, un requisito es la existencia de una referencia centralizada de esta información a la que todos pueden acceder y, especialmente, entender.” Así se presentan estas mujeres, como introducción a una problemática y al intento de resolverla.
Es que hablamos de desigualdad de género y mercado, dos grandes esferas difícilmente accesibles, no sólo como teoría o ciencia, sino también como conflicto que cuesta hacer comprensible para el grueso de la gente, sobre todo si no se está interiorisadx aunque sea un poco en el tema. Tratar de explicar a una persona que poco sabe de economía los vaivenes del mercado, y tratar de explicar a un humano promedio desinformado que aún hoy la igualdad entre mujeres y hombres parece imposible o inalcanzable, es toda una odisea. Conceptos que unifican estos dos universos, como brecha salarial, techo de cristal, trabajo doméstico no remunerado, incluso distribución del trabajo doméstico, son clave para comprender de qué se trata la economía feminista.
Pero hablemos del libro. ¿Qué hizo o quiso hacer Mercedes D’Alessandor? Quizás lograr que esta corriente estalle y resuene de una buena vez; que se abran otros debates importantísimos; romper con muchos estereotipos, que boicotean la lucha feminista. Pero, sobre todo, informar: datos exactos, números, pruebas. Análisis.
Hablamos no sólo de la mujer en las empresas, sino también de poner en duda grandes tradiciones casi universales que oprimen en las sombras: la feminización de ciertas labores que imposibilitan el reconocimiento de estos trabajos, o el impedimento para que los hombres puedan reelaborar su propio rol en la vida familiar; la relación capitalismo-familia que evoluciona a destiempo y ninguna puede adaptarse a la otra, dejando en el camino los (lamentablemente) obvios resultados: en la mayoría de los casos, para poder salir adelante en este sistema, las personas que suelen renunciar al porvenir soñado son mujeres; la subestimación de los trabajos realizados por mujeres; todos estos conflictos antiquísimos, ya denunciados y que aún siguen vigentes.
Entonces D’Alessandro expone este círculo terrible que nos rodea y que parece imparable. Hace un estudio histórico y un análisis estadístico, pone sobre la mesa números, resultados, ejemplos claros (y, a veces, divertidos); no deja huecos.
Es tanta la información que brinda que unx termina el libro y da ganas de volver a leerlo en ese instante. Un libro que no solo vale el tiempo y el dinero, sino que resulta fundamental si lo que queremos es, realmente, mejorar la sociedad entre y para todxs.
Sobre la autora
Mercedes D’Alessandro nació en Posadas, se doctoró en Economía en Buenos Aires y actualmente reside en Nueva York. Dio clases en la UBA durante más de quince años, principalmente en el campo de la Epistemología de la Economía, dentro del cual dirigió varios grupos de investigación y publicaciones. Fue directora de la carrera de Economía Política en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Ha desarrollado un amplio trabajo de divulgación económica mediante su participación en prensa, radio y televisión. En 2015 lanzó el sitio Economía Femini(s)ta, donde discute temas de economía con perspectiva de género; con él conquistó rápidamente las redes sociales e instaló este debate en la agenda pública. En sus intervenciones propone una reflexión profunda y crítica de la realidad, sin perder la simpleza y el humor a la hora de expresarse. Es DJ y saca fotos.
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