Trilogía del marketing electoral

By CLAUDIA CORIN - 21:50



Tres elementos claves marcan el éxito de una campaña electoral: 
(1) un buen producto: el candidato, 
(2) un buen aparato de campaña: la movilización y 
(3) un conocimiento adecuado de problemas y demandas en la población: el elector. 

Si controlamos con precisión estos tres elementos, el camino para la toma del poder será mucho más sencillo.

Resulta fundamental profesionalizar el marketing electoral.
Profesionalizar significa cambiar el chip de los candidatos, para que dejen de pensar que la política se reduce a ver instituciones públicas como botines de campaña, olvidando la esencia del servicio público que en realidad debería mover las fibras más sensibles del quehacer político. El servicio público es aquel capaz de transformar sociedades. No uno que utilice lo público para beneficio privado.

Hoy es indispensable que el marketing personal del candidato no dé la espalda al elector, ni a sus necesidades, ni a sus requerimientos, ni a sus expectativas. 
Hoy se construye el perfil del candidato en función del elector. Algo que muchos de quienes pretenden sentarse en gobiernos locales y regionales parecen haber olvidado.

Debemos recuperar también nuestra capacidad de investigación. Necesitamos conocer mentalidades y sentimientos del ciudadano. Necesitamos segmentarlos por perfiles psicográficos, abandonando indicadores obsoletos que no permiten identificar mayores diferencias conductuales, como la simple condición socioeconómica y demográfica.

Un buen candidato construye su personaje respondiendo a las expectativas ciudadanas. No se trata de mentir, por cierto, ni de construir personajes inexistentes. Se trata de adaptar las condiciones y características del candidato a las expectativas y perfiles de la gente. Solo así lograremos conectarlos y alcanzar el ansiado “clic”.

La bisagra que permite la conexión entre candidatos y electores son los aparatos de campaña, esos equipos de calle y campo que se convierten en una maquinaria electoral y permiten identificar espacios de encuentro que hagan realidad el acto electoral.

Nuestro objetivo final es que promesa y expectativa coincidan. Que el producto (candidato) reúna el carisma y la credibilidad necesarios para que el elector sienta que votar por alguien fue un acto verosímil y necesario.


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