Dos historias de amor

By CLAUDIA CORIN - 16:29




UNO - EL DEMONIO Y LA PASTORA

Erase una vez el demonio, y este se enamoró de una pastora bellísima y ella le correspondía. Está claro que ella no sabía que él trabajaba de eso, de demonio. 
Él le había dicho que era arriero y que había llevado mala vida.
El demonio le pidió audiencia a Dios.

Quiero cambiar de vida, hagamos las paces – le dijo.
Dios lo miró asustado.
¿Será posible? -le dijo-. ¡Como si estuvieses haciendo lo que haces por propia voluntad..¡ Es un castigo. ¿Que te crees que es? ¿Un puesto de trabajo, un enchufe?

Ahora le llegó al demonio el turno de asombrarse:
¡Ayyy¡ Yo que creía que lo hacía porque me gustaba. ¿No soy yo malo, malísimo? 
Pues bien, lo era. Ahora no soy malo. O no quiero serlo.

¿En que quedamos?-contesto Dios, como si la lógica fuera su fuerte.

No importa -se explicó el demonio-. Desde el momento en que ya no me gusta ser malo, ya no puedo trabajar de demonio. Lo haría mal. Búscate otro. Alguien que haya hecho una cosa bien gorda.

Un castigo es un castigo.
Seré bueno. Buenísimoooo. Y sin intentar hacerte la competencia.
Un castigo es un castigo.

Si, ya lo sé… Pero si el castigo consiste en hacer un trabajo que ya no se puede cumplir… Pónme otro castigo y quédate con mi negocio. Lo cierras o nombras otro encargado.

Aquí parece que Dios y el demonio se enzarzaron en una compleja discusión teológica sobre el origen de la culpa. Intentar reproducirla le costó a Fray Tomás de Llaminera ser quemado por hereje. Ya se sabe que estas son cuestiones muy delicadas. Se dice que el texto de Fray Tomás describía la conversación con expresiones como la de Dios diciéndole al demonio ¿no irás a dejarme solo?, tu estás tan metido en esto como yo, y el demonio diciéndole cabezota a Dios, y Dios diciéndole ¡ya verás cuando la pastora sea vieja, como echarás de menos tu infierno y las escapaditas a buscar almas.

Para terminar, es un placer informaros que la pastora, cansada de esperar al demonio, se casó con un arriero que antes había llevado mala vida y tuvieron un hijo y fueron felices, y cuando el niño hacia una travesura, la pastora le decía:
Demoniete, ¡que pareces hijo del demonio!


DOS - LAS FRASES BRILLANTES

Si yo fuera tú, no ligaría conmigo -dijo ella-

Si yo fuera tú, no ligaría conmigo -dijo él-

Así que cada uno se fue con otra persona. Él con la mejor amiga de ella. Ella con el peor amigo de él.

Más adelante, cuando los dos habían dejado ya a sus respectivos amores, se encontraron de nuevo y se contaron la vida.

Ya sabía yo que aquella moza no era para ti.
Ya sabía yo que aquel mozo no era para ti.

¿Quieres decir que si yo fuera tú, ligaría conmigo?
¿No querrás decir que si yo quiero decir que si yo fuera tú, ligaría conmigo?

Sí. Pero también puede plantearse la otra pregunta.
¡Oh¡ No líes las cosas. ¿Tú que harías si fueses yo?
Lo mismo que si yo fuese yo.
Querrás decir que tú si fueses yo.
No. Digo que yo si yo fuese yo.

Se rieron tanto que se olvidaron de ligar.

El tercer encuentro tuvo lugar a la salida de un refugio después de un bombardeo.
Ahora o nunca -dijo ella-. Es el momento de decidirnos.

El cometió el error de decir:
¿Quién a qué?
Ella no no pudo resistir la tentación de contestar:
¡Y quién no a qué no, en los tiempos que corren¡
Entonces él dijo:
Cualquier decisión errónea puede ser sólo la decisión de este momento.

Él se creyó obligado a hacer una frase:
Cualquier error es siempre momentáneo.
Y ella, indignada, dijo:
Y contigo todos los momentos son erróneos.

Años más tarde le comentaba a una amiga.
Era un gran mozo, pero le perdía su afición a las frases.

Y la amiga preguntó:
¿Y a ti no?
A mi me pierden dos aficiones: la mía de hacer frases y la de los hombres de decir la última.


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Cuentos de amor con humor -Editorial Popular-

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