Durante siglos, la Iglesia ha reconocido personas de todos los pueblos, épocas, clase y culturas, que con su vida demostraron que la santidad, a la que todo cristiano está llamado, es posible.
Como ejemplo presentamos dos mujeres que vivieron la fe en su máxima expresión.
Santa María Guadalupe García Zavala
(27 de abril)
María Guadalupe García Zavala “Madre Lupita”, nació en Zapopan, Jalisco, México el 27 de abril de 1878. Desde pequeña mostró gran amor hacia los pobres y a las obras de caridad. A la edad de 23 años, sintió el llamado para consagrarse a la vida religiosa sobre todo en la atención a los enfermos y a los pobres. Fundó la Congregación religiosa de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres junto con su director espiritual, el Padre Cipriano Iñiguez.
En México la Iglesia fue perseguida hasta 1936. Sin embargo, arriesgó su vida para ayudar a soldados persecutores dándoles alimento y curando sus heridas. Falleció el 24 de junio de 1963 en Guadalajara, Jalisco, México a la edad de 85 años, gozando desde entonces de una sólida fama de santidad.
Se presenta como un ejemplo de vida de santidad a ser imitado por la práctica constante y heroica de las virtudes evangélicas que ejercitó a través de su vida, y sobretodo por su dedicación incondicional al servicio de Dios en los hermanos, especialmente en los pobres y en los que sufren todo tipo de enfermedades.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004 y canonizada el 12 de mayo de 2013 por el Papa Francisco.
Santa Gianna Beretta Molla
(28 de abril)
Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán, Italia) el 4 de octubre de 1922. Obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía y en 1950 abrió un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializó en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, prestó particular atención a madres, niños, ancianos y pobres.
El 24 de septiembre de 1955, contrajo matrimonio con el ingeniero Pietro Molla con quien tuvo cuatro hijos: Pierluigi, Mariolina, Laura y Gianna Emanuela. Por esta última, ante el diagnóstico de un tumor en el útero, dio su vida sin pensarlo dos veces. Días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, expresó: “Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dude; elegir -lo exijo- la suya. Sálvelo”.
La mañana del 21 de abril de 1962 dio a luz a su hija y el 28 de abril, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria “Jesús, te amo; Jesús, te amo”, murió santamente a los 39 años.
Su beatificación tuvo lugar el 24 de abril de 1994, durante el Año Internacional de la Familia; y fue canonizada el 16 de mayo de 2004 por Juan Pablo II.
Aci prensa